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“I, Joseph Robinette Biden, do solemnly swear”

By Entre Comillas
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por Xavier Fregoso Noble

El próximo 3 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales de Estados Unidos. En el ejercicio, contienden el actual presidente, Donald Trump y Joseph Biden, mejor conocido como el ex vicepresidente de este país durante la administración de Obama. Para muchos, no sólo están en juego los siguientes 4 años, sino el futuro de una nación que cuenta con notorias divisiones por ideologías políticas. 

El presidente Donald Trump ha sido muy enfático en sus mensajes de campaña;, si bien se observa mayor templanza en su actuar comparado con la campaña presidencial de 2016, no pretende realizar mayores cambios en la conducción de la política nacional. Con discursos xenófobos, misóginos, racistas y abundantes en otros adjetivos discriminatorios, el mandatario busca apelar a su base política sólida: estadounidenses de áreas de mediano-bajo y bajo ingreso, que no encuentran soluciones a sus problemas en la globalización y que son, en su enorme mayoría, caucásicos.

Tras su nominación por el partido demócrata, Joe Biden ha sido sujeto de controversias en torno a los simpatizantes del mismo grupo político. El precandidato Bernie Sanders contaba con amplias preferencias dentro de las esferas demócratas, sin embargo, la decisión de nominar a Biden se tomó considerando un discurso más moderado para poder hacer frente al entonces virtual candidato republicano y presidente Trump. De igual forma, son frecuentemente cuestionadas la edad de Biden, su capacidad para hacer frente a las crisis y su liderazgo.

Las ideas que presentan ambos candidatos (Biden y Trump) formulan posiciones opuestas en muchos sentidos. La gestión de la pandemia del COVID-19 ha sido un punto nodal, al igual que lo han sido la relación con el exterior, el manejo de la economía e incluso la seguridad nacional. En particular, se pone en el foco mediático la gestión de la pandemia, pues Estados Unidos es el país con mayor número de casos a nivel mundial. En el mismo sentido, ha sido el presidente Trump quien ha liderado el esfuerzo por retirarse de acuerdos internacionales y buscar el aislamiento de Estados Unidos del mundo globalizado, imponiendo medidas proteccionistas de comercio, guerra de aranceles, etc.

La renuncia al mundo globalizado debe ser considerada como lo que es: una gran amenaza a instrumentos de cooperación para hacer frente a problemas comunes. Las acciones de Trump por aislar a su país no deben ser minimizadas. Estados Unidos funge aún como líder del mundo occidental, más allá de ser el hegemón económico y militar, la mayoría de las naciones occidentales volteaban a ver su actuar para tomar nota y actuar en consecuencia.

El 3 de noviembre se abre una gran oportunidad para los estadounidenses de retirar a Trump de la Oficina Oval. Mucha atención, no pretendo echar flores y vítores al vicepresidente Biden, sin embargo es él la opción que existe para lograr retomar parte del rumbo de liderazgo que tenía Estados Unidos frente a la comunidad internacional y de utilizar su poder y capacidad de cooperación para construir lazos comunes. Hablando de nuestro país, México en particular, nos conviene contar con un vecino del norte dispuesto a dialogar, negociar y consensuar con nosotros, no uno dispuesto a renunciar, callar o cortar puentes fundamentales de cooperación e internacionales. Por el bien de la comunidad internacional, esperemos que la próxima persona en hacer el juramento de la Oficina del presidente de Estados Unidos sea Joseph Robinette Biden. 

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